Canillas en Afganistán

Esta historia me (Eduardo Mercovich) la contaron en FAO a fines de la década de los 90.

Una misión de NU vio en Afganistán una villa donde las mujeres cargaban todos los días agua desde un río a unos pocos km a sus casas en unas grandes jarras sobre sus cabezas.

Los ingenieros, gente de buen corazón, decidieron que esto era un trabajo pesado y que debían hacer algo. Relevaron el río y la zona, diseñaron un sistema de caños y bombas, armaron todo y llevaron el agua a la villa donde se distribuyó por caños más pequeños a una canilla en cada casa.

Muy contentos de su buena obra, se volvieron a sus países.

Meses más tarde, una misión que estaba haciendo otros temas y pasó por la misma villa les comentó que todas las canillas estaban rotas. Extrañados, confirmaron que era así y pensando que puede ser el entorno duro y otras causas similares, volvieron, arreglaron y reforzaron el sistema.

Meses más tarde, otro grupo volvió a informar de lo mismo. Las canillas, de diversas maneras, estaban rotas y las mujeres debían ir al río a buscar agua, como siempre.

Esta vez se les ocurrió que quizás estaba sucediendo algo que no vieron, algún fenómeno desconocido… ¿quizás el clima o el uso era más duro de lo esperado? ¿O la gente no sabía usarlas (ya que no las había tenido antes)?

Decididos a entender mejor este extraño fenómeno, y dado que en esa cultura ninguna mujer puede hablar con un hombre (mucho menos si es de fuera de su pueblo) bajo amenaza de ser apedreada, buscaron a una mujer originaria de la zona en las propias NU, la encontraron, y la mandaron al lugar a ver qué estaba sucediendo.

Y, efectivamente, esta mujer volvió con la información del origen del extraño fenómeno de las canillas rotas.

Resulta que la tarea de cargar agua, junto con lavar la ropa, es tan de mujeres, que ningún hombre se acerca a esa zona del río (o no de manera que luego pueda contarlo). Entonces, en ése lugar las mujeres podían sacarse la burkha, sentir el sol, ¡y hablar entre ellas! El recodo del río donde lavaban y cargaban agua era su único espacio de libertad ya que incluso en su villa no pueden salir de su casa si no es por un motivo imprescindible, y en ese caso sólo para hacer eso (o sea, no hay socialización entre mujeres de manera simple o natural). Las canillas les habían quitado el pretexto para estar más frecuentemente y algo más de tiempo en el único espacio donde podían ser ellas mismas, y hablar, fuera del control (y la opresión) de sus maridos.

O sea, antes de intervenir en un sistema complejo, entendé bien sus dinámicas o podés hacer un desastre.

Hay una excelente charla TED con una historia muy similar en ¿Querés ayudar? Callate y escuchá.


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